Relatos de nuestros vecinos

por Javier Pérez Cobo: Gracias por tantos recuerdos!

Mi padre Agustín (Ing. Civil) y mi madre Martha Juana (arquitecta) compraron un lote sobre Carlos Tejedor en el año 1960, en tiempos en que la Panamericana (versión original) estaba en construcción.

Hasta ese entonces la Panamericana que venía desde la Capital llegaba hasta el puente de B. Irigoyen donde se topaba con una típica y común tranquera de campo de madera que marcaba el final del camino. En los alrededores era todo campo excepto por Fanacoa (fábrica de mayonesa) y Paty (fábrica de hamburguesas actual).

En nuestro barrio ya estaban la Iglesia Santa Rita y las Hermanas Trinitarias, siendo las avenidas Sucre y Tejedor las únicas de hormigón por donde circularía el colectivo 333 que llegaba a Olivos por la calle Ugarte.

Allí plantada donde hoy está la vieja pulpería, estaba “El viejo Almacén”, de los gallegos Ibáñez, uno de ellos el famoso “Don Antonio”. En esa época era el único comercio que tenía teléfono “Negro con disco de números”. No habiendo de tarjetas crédito ni de débito, Don Antonio tenia su famosa “libreta” donde podíamos anotar lo que llevábamos y cada tanto, te avisaba: “Hay que pagar!!!!!!!!!!!!!!!!”. Por lo general el numero de lo que había que pagar nunca concordaba con lo gastado. Pura casualidad…

Pegado al almacén, el bar. Hoy el bar de “NENETO” fue contemporáneo de don Antonio, que ahora la familia maneja. En dirección a la iglesia estaba la panadería La Ferraresa (hoy convertida en oficina comercial de sistemas construcción). Qué medialunas de grasa que comíamos; volvíamos de fiestas y salidas un domingo a las 5 am, y nos atendía por el costado, donde estaban los hornos de pan y facturas.  Entre el “Viejo Almacén” hasta la panadería Ferraresa eran todos terrenos baldíos. En uno de ellos estaba la “canchita de fútbol 8 del barrio Santa Rita” que sábados por la tarde y domingos tenía futbol de primera. Roberto (carnicero) + Jorge (hermano del Panadero) + otros muchachos del barrio disfrutaban todos los fines de semana.

Otoño de 1961. Mis padres venían los fines de semana a ver el arranque de las obras de su casa. Quemaban ramas secas de arboles sacados para la obra. No recuerdo como, pero apoye mi pequeñita mano derecha -eso lo recuerdo muy bien porque soy zurdo- en una típica parrilla de obra. Enseguida me llevaron al convento donde las monjitas me querían calmar. Yo en un mar de lágrimas. Típico de esas épocas. ¿¿Quemaduras??? Aceite, manteca, había una pomada que hoy existe PANCUTAN. Chorro de agua fría. Limpieza es lo primero.

En donde hoy está el barrio Santa María en Cura Allievi y San Martin estuvo ubicado el centro de distribución de Gas del Estado. Llevabas, el pedido de tubos llenos, o reclamabas. Histórico para aquella época. Había calefón y alguna estufa de gas o kerosene.

Vuelvo a los 60. Mis padres tardaron casi 4 años para construir 160 m2 de casa. Igual que hoy.  Al principio las casas del barrio de tenían tan solo cerco vivo, alambre y plantas; teníamos un portón de madera de 0.90 m de alto. Seguro que gastamos menos pintura.

Remises?????? ¿Qué era eso? Hablemos de los colectivos 707, 333, 130 (que venía de capital). Mi abuela “Mami Lila” tomaba  el colectivo 130 con más de 60años, para visitar a sus nietos del campo (léase barrio Sta. Rita). Venía de Salguero y Figueroa Alcorta. Imaginen eso. Si usabas zapatos de cuero y había llovido algo, llegabas a casa lleno de barro y agua.

La quinta «Los Olivos» sobre Carlos Tejedor era la proveedora natural de los ramos de olivos a la parroquia Santa Rita en Semana Santa. Hoy pequeño barrio cerrado de pocas casas. Mas adelante en la misma calle estaba la quinta grande de una familia dueña del  aperitivo  Cinzano. Al lado de casa,  primero fue un enorme terreno baldío, donde armamos de chicos en simultáneo: la canchita de futbol, la zona de combate, la casilla arriba de un árbol… los sábados veíamos a través del alambrado, del otro lado de Sucre, los partidos clásicos de los muchachos del barrio.

Enfrente del viejo almacén (Tejedor y Sucre) estaba la carnicería y verdulería de la familia de Roberto (carnicero). Ambas construidas con ladrillos y adobe, techos altos, puerta entrada en ochava, afuera al típica vereda de campo, árboles y un palenque, si un palenque.

También sobre Tejedor había una pequeña fábrica de loza de piletas y artefactos sanitarios, hoy un Barrio cerrado. Más adelante, la quinta «el trece» del lado de los números pares, que luego se loteo en varias fracciones. Al final la Embajada de Cuba, que con el tiempo terminó siendo un pequeño barrio cerrado. En Abriata entre Carlos Tejedor y Colectora, en lo que era un garaje doble de una casa, funcionó una rotisería Alemana» (todas delicias alemanas), atendida por alemanes. Allí iba con mi padre Agustín todos los domingos a comprar cuando la casa estaba en construcción.

Vivió en el barrio de Sta. Rita Roberto Guevara y su flia, hermano de Ernesto, el  «Che Guevara”. Roberto y sus hijos jugaron rugby y hockey en el SIC. Hay muchas familias, muchas de ellas amigas nuestras, que también llegaron aquí con el afán de encontrar un lugar como este. Único.

Los residentes más antiguos recordarán al padre Albino. Párroco durante muchos años, se quedo en la parroquia por siempre. Hombre de 1,92m, con su pelo bien blanco, oriundo de países europeos, llego a la Argentina y a Santa Rita después de guerra y posguerra. Aprendió el idioma. Y fue un verdadero ejemplo de esfuerzo… Arnoldo, el sacristán, fiel colaborador. Los sábados después de la misa de las 19 había casamientos. Así que ayudaba a preparar las alfombras rojas, soga de los bancos, las flores, etc.

No me olvido de la cantidad de pájaros: palomas, martín pescador, zorzales, gorriones, ahora hay también plagas de cotorras y loros. En esos años (60-70) llegaron matrimonios jóvenes, buscando espacio, verde y tranquilidad y lotes seguramente más económicos para comprar y construir en ese momento. Un lugar más natural, salvaje, inhóspito. Venir a vivir acá era más que una pequeña aventura por cierto. Linda.

Flia Perez Cobo